Ya son 25 maduros años de mi vida, en los cuales e sido un allegado en la casa de mis padres, ellos que me recibieron desde el primer día de mi viaje por la tierra, ellos que me cuidaron y criaron con cada gota de amor que de sus ojos sollozaban al verme crecer y lograr mis metas.
Ese sentido de pertenencia al hogar del cual somos un pasajero más. Esa necesidad de privarnos de las cosas que acumulamos en cada una de nuestras estadías por “nuestros” dormitorios. Esa irrenunciable obsesión de formar nuestra riqueza a partir de cada objeto que inunda nuestro mundo privado. Toda esta carrera de la vida que al término del viaje no nos deja llevar maletas, más que llenas de recuerdos y de amor por las cosas que hicimos, logramos y trascendimos.
Si al final nada nos pertenece, por que buscamos la inquietante formula mágica que nos haga dueño de nuestra libertad: material, económica y patrimonial.
Buscamos tarde o temprano nuestra propia independencia, esa que nos haga sentir las cosas que realmente son nuestras, ese poder que nos levanta el ego, al decir “esta es mi casa”, o “mira el nuevo auto que me compre”, pero que tan nuestras son todas estas cosas, que sentido de pertenencia nos dan si al final nada nos llevamos ni guardamos. Cuantas personas más se sentirán dueños después de las cosas que nosotros un día sentimos nuestras.
Creo que lo importante aquí, es decir mira lo que estoy consiguiendo, mira lo que e logrado, y lo orgulloso que me siento de mi mismo por dar este gran paso en mi escalera de la vida, donde cada escalón que subo me acerca mas a mi trascendencia.
A pesar de todo, quiero llegar a decir con propiedad durante este nuevo viaje de mi destino que comienza, “mira todo lo que logre”, pero mirando el futuro de espaldas, para no olvidar todo lo que hice para obtenerlo, quiero decir con propiedad algún día que me queda en este itinerario de viaje, “mira el hogar que yo forme”, “mira que linda es mi familia”, “mira como a crecido la empresa que yo construí”, “mira que grande es el circulo de amigos que me rodean, quieren y respetan”, “mira quien soy, mira en que me convertí, y mira si soy yo la persona que lloraras el día que este viaje se me acabe, y cierre mis ojos para regresar a mi lugar de partida”.
Si nada tengo, si nada llevo, si todo me hace falta, para que quiero maletas. Mi mente alberga todo lo que necesito para sobrevivir; los recuerdos, los cariños, las imágenes, los rostros, las ideas, los momentos, las alegrías, el amor que me dan todos y que me recordara el camino de vuelta.
Aun mi destino es una ruleta, es una montaña rusa, voy de cabeza, subiendo y bajando, mareado de las incertidumbres, pero con mis boletos en la mano, es un incesante desequilibrio, pero finalmente una diversión mas, la aventura mas extrema de mi cruzada, si no la tomo, como sabré si fue mi ultimo destino, o la primera parada del trasatlántico al cual me embarco.
Soy solo un pasajero de este mundo, voy en piloto automático, el camino no se traza día a día, confió en mi agencia de viajes, se que de lo que recorrido finalmente llegare a buen puerto. Pero el puerto no llegara solo, hay que salir a buscarlo, los delfines y las estrellas guiaran mi embarcación.
Ya se hace el ultimo llamado, el anden esta listo y dispuesto a recibirme, aun no se cual será mi camarote, no se si es compartido, con ventanas al cielo, o escondido en tercera clase inmerso en la oscuridad y humedad del lugar. Sea como sea, lo haré mi hogar por un tiempo, y ahí forjare mis metas y sueños.
Ya marcho, con todos ustedes en mi mente y corazón, el adiós es inminente, ya nos veremos en alguna parada.
Los quiero a todos, comenten por favor, para saber que van conmigo, estén siempre presente, los necesitare más que nunca.
Jaime
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